10/10/07

cambio de planes




Los planes parecían perfectos: unas zapatillas, vaqueros y ese jersey gordo lanoso que se agradece sentada en el jardín con un café en las manos. Dispuesta con mis armas de podar en las manos, y no sin la dificultad de manejar un pequeño móvil con los guantes puestos; siempre olvido el sacarlos y al final acabo embadurnando de tierra todo lo que toco; escucho esos planes mañaneros que distaban mucho de lo que parecía iba a ser mi día. No obstante , el cambio y la adaptación forman parte de mí.. Así que, ya sin guantes, tratando de cambiar lo menos posible el atuendo tan cómodo, simplemente una pequeña adaptación que enturbiara lo menos posible la libertad y casi icono de mi comodidad dominguera, abandoné la montañita camino de la ciudad. Me gusta el café en esa rotonda que aún a pesar de ser el paisaje habitual de la semana adquiere una tonalidad distinta en el café dominical. Suena diana krall, las de caras de siempre, hoy todos más distendidos. Por suerte, sonó el nombre de la paellería donde lo menos importante es el arroz, conocida ya la calidad de éste, sino, la paz que se respira en su terraza cubierta. Sitio que además nos han reservado para los fumadores. Recomiendan pasear después de comer. Así lo hicimos un paseo al lado del mar, que parecía descansar sobre la arena desierta; a penas si uno o dos paseantes dejaban sus huellas impresas. Dejarse rozar en la terraza por los rayos tibios del sol en su despedida, ayudaba a grabar en la pupila la postal del tiempo detenido. Sin ayer, sin mañana .allí .Saboreando el segundo y haciéndolo eterno.
De nuevo un cambio. Me dio pereza dejar aquel momento, y he de decir que el plan …tampoco ilusionaba. No sé si por lo distendido, o porque al fin pude sacarme los zapatos en un arranque de atrevimiento, la tarde noche,.fue agradable, más de lo supuestamente esperado. Lo impuesto puede transformarse. Ayudó el buen hacer del anfitrión, y el que, por alguna razón, la música me permitía evadirme en ese mi pequeños segundos de libertad. Aún manteniendo siempre atención a la conversación. reconozco que tratando de no ser descortés, pero dando pie a que fluyera más entre él y ella, se fue la tarde y buena parte de la noche. Con la certeza de que los brotes mis tuyas seguiría al menos por 2 semanas más, agradecidos de no ser recortados, por mi cabeza volaban los pájaros del miedo: que atrevimiento, haber roto de aquella manera la paz de su tarde de domingo, recordaba el azaroso momento de la llegada, que sin duda se vence por ese grado de fortaleza que otorgan otros eventos, o por el animoso apoyo dado a la amistad que rato antes se había esforzado en un paseo playero : hoy por ti mañana por mi,….quedó el poso de que vencida esa primera incomodidad de la aventura, y aún a costa de vencer mi pereza dominguera, el día acabó con la sensación : “de segundos llenos.”

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