15/6/08

Delirar para olvidar?

Es bueno de vez en cuando tener delirios. Vienen con su poquito de locura de enajenación, pero no importa. En ciertas fases nos hacen perder el tino, quizás porque el tino suele ser tedioso.

Los delirios nos sacan del mundo cotidiano y nos arrojan en los brazos de la desmemoria, y así, sin la menor prevención disfrutamos del olvido.
Alguna vez saltamos la valla del horizonte y nos abrazamos con otros delirantes que nos inventan nuevos nombres y destinos.
Los delirantes nos movemos como si fuéramos eternos, sin tomar precauciones, más o menos sonámbulos, festejando los rayos y los truenos y mirando a través de la lluvia.

Los delirios son premios, vida entre paréntesis, pero cuando se acaba el delirio y volvemos a lo cotidiano, a lo cabal, a lo de siempre, sentimos entre pecho y espalda la aguda nostalgia del delirio.

Mario Benedetti

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