Una noche cuando el verano abría los ojos por aquellas calles donde tú y yo nos hicimos mayores, donde aprendimos a correr sobre un palmo de arena, se alzaba una hoguera de San Juan.
Entonces un pedazo de madera era un tesoro y con una mesa vieja ya éramos ricos. Por las calles y las plazas íbamos de casa en casa para quemarlo todo aquella noche de San Juan.
Éramos cuatro golfillos. No sabíamos demasiado de las lágrimas que mueven el mundo. Íbamos entrando en la vida. Nunca una mentira nos era necesaria y nada nos quitaba el sueño. Aquellas noches de San Juan.
Los años me han alejado de mi calle y se han perdido los compañeros de juegos. El bueno y el que estorba como si tal cosa. Parece como si todo se hubiera quemado en el fuego de San Juan.
Y ahora. En este anochecer otra vez veo a los chavales cogiendo leña por la calle. Corren. Como yo corría. Les llamo y me miran como si fuera un gusano extraño y pasajero.
Esta noche se San Juan.
Dadme un pedazo de madera para quemar o la cogeré de dónde pueda, como ayer, como si no hubiera otra. Yo he sido como vosotros. No quiero sentirme viejo esta noche. Que un pedazo de madera vuelva a ser un tesoro. Que con una mesa vieja sea rico. Por las calles y plazas iré de casa en casa para quemarlo todo esta noche de San Juan.
JUAN MANUEL SERRAT
6 comentarios:
Son noches especiales si se han vivido en la niñez sobre todo.
Saludix
Buena forma de sacar el piromano que llevamos dentro.
saludos
muy buena entrada!!
serrat..un genio...
un abrazo
nos van matando el niño que hay en nosotros, tal vez en no conesntirlo radique nuestra última esperanza de mantener vivo un pequeño remanso de felicidad...."déjame cortar el arbol, o recoger el viejo madero "
un beso lys, excepcional la entrada.
muy bonito
creo que todos recordamos las calles donde jugamos,crecimos y maduramos,el niño de adentro se va perdiendo al igual que nuestra inocencia y lo ignoramos a medida que crecemos
besos :) ya soy tu seguidora
Excelente!!! Muy bueno che.
Creo que aunque el tiempo mate a nuestro niño, por medio de la escritura podemos ser atemporales, podemos ser nada y a la vez todo. En eso, quiza tambien radica ser niño, ser nada, ser solamente ser. Escribir, para mi tambien es ser niño otra vez.
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