24/6/09

fuego.




Una noche cuando el verano abría los ojos por aquellas calles donde tú y yo nos hicimos mayores, donde aprendimos a correr sobre un palmo de arena, se alzaba una hoguera de San Juan.

Entonces un pedazo de madera era un tesoro y con una mesa vieja ya éramos ricos. Por las calles y las plazas íbamos de casa en casa para quemarlo todo aquella noche de San Juan.


Éramos cuatro golfillos. No sabíamos demasiado de las lágrimas que mueven el mundo. Íbamos entrando en la vida. Nunca una mentira nos era necesaria y nada nos quitaba el sueño. Aquellas noches de San Juan.


Los años me han alejado de mi calle y se han perdido los compañeros de juegos. El bueno y el que estorba como si tal cosa. Parece como si todo se hubiera quemado en el fuego de San Juan.


Y ahora. En este anochecer otra vez veo a los chavales cogiendo leña por la calle. Corren. Como yo corría. Les llamo y me miran como si fuera un gusano extraño y pasajero.
Esta noche se San Juan.


Dadme un pedazo de madera para quemar o la cogeré de dónde pueda, como ayer, como si no hubiera otra. Yo he sido como vosotros. No quiero sentirme viejo esta noche. Que un pedazo de madera vuelva a ser un tesoro. Que con una mesa vieja sea rico. Por las calles y plazas iré de casa en casa para quemarlo todo esta noche de San Juan.

JUAN MANUEL SERRAT

4/6/09

Verano




¡Y esos sonidos de verano! Esos sonidos que nos hacen sentir bien y triste a la vez, y a los que tanto quiero: el canto interminable de las cigarras,que dura hasta medianoche y en el que podemos perdernos como cuando contemplamos el mar- el murmullo de la espiga mecida por el viento-,el trueno lejano y débil, siempre al acecho; al caer la tarde, el revoloteo de los mosquitos y, al fondo, el ruido de las olas al chocar contra las rocas de acantilado. Y luego, más, mucho más adentro en la noche, un viento caliente que parece inflarse y un aguacero apasionante. Perfecto! Que no se disipe ese aroma.